martes, 17 de noviembre de 2015

Parte IV y Final, Intermediación



Política, Redes y Futuro

Como la mayor parte de los asuntos de la vida, vivimos en medio de una paradoja. Mientras por una parte pocas veces la sociedad había dispuesto de tantas herramientas para conversar, intercambiar puntos de vista, crear y recrear nuevos pensamientos, la política - y en particular la política institucionalizada - vive por otra parte  una de las crisis más profundas desde que recuperáramos la democracia para Chile.

Un país como el nuestro se construye desde la política e instituciones  validadas por la ciudanía. Es más, la política, en un país concreto como el nuestro, atravesado por la desigualdad, la exclusión y el abuso, y la existencia de una institucionalidad democrática precaria, requiere de la política, y de calidad, para avanzar en una perspectiva que permita ir consolidando un estado de derecho poderoso que cautele a la sociedad y  su convivencia pacífica y democrática. La política, desde esta visión, y a diferencia de las corrientes economicistas que ven las relaciones sociales a partir de indicadores inconexos entre sí, es el principal bien público de Chile: es el espacio privilegiado para que las mayorías hagan escuchar su voz y defiendan sus derechos e intereses.

Los últimos sucesos de corrupción, hacen replantearse la imperiosa necesidad de recuperar la política para expandir la democracia y ampliar los niveles de participación ciudadana en los asuntos de su propia incumbencia. Se combate la corrupción con mejor democracia y una institucionalidad fuerte y robusta, pero también con una ciudadanía activa y protagónica en la defensa de sus derechos.

Más que un asunto puntual, la valorización de la política democrática y la participación ciudadana es un tema estratégico y de supervivencia política para cualquier fuerza que se defina democrática, libertaria y transformadora. ¿Por qué?

Porque para avanzar en una perspectiva de cambios democráticos, es preciso superar el distanciamiento abismante que se genera entre lo político y lo social en las sociedades marcadas por la desigualdad. Mientras más desigualdad, mayor es el desapego de las instituciones políticas respecto de
la sociedad. Para decirlo en términos del lenguaje de hoy, la política queda circunscrita  al espacio de la  “cocina”, pero con la potestad de decidir en nombre de todos. Cuando la práctica política permanente es el cocineo, y se separa cada vez más del resto del país y su realidad, entonces llegamos a la crisis de hoy.

La división entre lo “político” y “lo social”, es un constructo que sirve como subterfugio para que un sector se arrogue la representación de la sociedad, a todo evento. Por eso, es preciso avanzar en profundidad democrática y eso significa dotarnos de una institucionalidad y prácticas políticas que permitan transferirles a los ciudadanos espacios de participación concreta y efectiva.

Las democracias avanzadas no solo que se han dotado de resguardos jurídicos y normativos para cautelar la corrosión que genera la corrupción en las relaciones sociales, políticas  y empresariales, poniéndole coto a los excesos del poder, sino que también han dotado a sus ciudadanías de mecanismos de participación que sirvan para rectificar el rumbo, cuando los asuntos públicos se ven teñidos por prácticas políticas corruptas. El plebiscito vinculante es una manera concreta y efectiva de ampliar la participación ciudadana en los asuntos públicos que le incumben.

Otro factor muy importante en dirección a avanzar en profundidad democrática, es la propia vida política al interior de los partidos y a su capacidad de interactuar con su entorno.

En ambos casos, la era digital y en especial las tecnologías de información nos proveen innumerables formas de interacción con la sociedad y al interior de los propios partidos. 

Conclusiones

En resumen, hemos tratado de mostrar el modo en que la evolución de Internet incide gravitantemente en nuestras vidas, y asimismo sostuvimos el poder de relacionamiento que sus herramientas comunicacionales permiten principalmente en los así llamados “nativos digitales”. Pero no son los únicos dado el nivel de penetración que dichas herramientas han alcanzado en nuestra cotidianidad.

También señalamos que Internet a través de sus múltiples aplicaciones puede generar adicción, lo que es visible y palpable en la propia vida cotidiana, del mismo modo como su plataforma es utilizada para cometer todo tipo de ilícitos. Como otra cara de la misma moneda,  presentamos datos duros acerca de que Internet es reflejo de la sociedad concreta en la que crece y se expande y por lo mismo dada la naturaleza excluyente de la nuestra, también presenta  síntomas de discriminación en sectores sociales. Avanzamos un par de propuestas concretas  a problemas contingentes de nuestra sociedad.

Existe un amplio campo de estudio e investigación respecto al impacto de Internet, la robótica y la emergente big data o el estudio analítico de la información, sobre el trabajo humano en distintas disciplinas si acaso no en todas. Estos poderosos procesos de transformación modificarán aun más las relaciones sociales y productivas y el modo en que concebimos el mundo. La política y su institucionalidad no podrán tampoco escapar a estos cambios.

Debido precisamente a los extraordinarios  avances de la tecnología digital, la búsqueda de mayor cercanía a la sociedad o a partes importantes de ella, se convertirá en uno de los ejes fundamentales de las organizaciones  políticas del futuro.

Las organizaciones políticas que emergerán de estos procesos de transformaciones profundas que vivimos, querrán conocer qué piensan los ciudadanos, cuáles son sus motivaciones y problemas. Eso que es el quid - en cualquier época- de cualquier organización política democrática que se proponga representar sectores sociales concretos,  en la era digital, en la que se modifican  los sistemas de representación por la existencia de múltiples otros canales de información y comunicación y por la proliferación de expresiones muy diversas y plurales entre las personas y en los cuerpos sociales, conlleva modificar el modo en que concebimos la realidad y abrirnos a concepciones políticas flexibles para conectar, aprender y compartir. En el marco de esa relación virtuosa será posible influir con propuestas y visiones. Esa necesidad ya está planteada hoy y será decisiva para el futuro.

A modo de resumen, a continuación, un punteo:

1.- Es preciso  asumir que la información y el conocimiento, están distribuidos en la sociedad vía Internet. Hoy esa distribución permite que cualquier persona con acceso a Internet y a las redes Sociales, pueda formarse una opinión o afirmar la que ya tiene y quedar conectada con cientos de otras. Parece del todo coherente sugerir  que  aquellas organizaciones autorreferidas y dueñas de la verdad les será difícil conectar con esta realidad distinta que ya ha generado Internet.

La información y el conocimiento distribuido modifican la forma de hacer política, entre otras. La política, entendida como el más preciado bien público de una nación que quiere crecer y desarrollarse en paz y armonía, pero también sin abusos ni exclusiones aberrantes, se ve objetivamente afectada por el desarrollo de la tecnología digital que ocurre en tiempo real y genera oportunidades de participación a gran escala. Internet acortó las distancias entre la toma de decisión y el impacto que dichas decisiones tienen sobre las personas y la sociedad y esta última ha ganado potentes herramientas que la han convertido en actor y protagonista de cualquier proceso de cambios.

2.- Es preciso  recuperar capacidad de desarrollar pensamiento creador como pilar estratégico de cara a los desafíos  futuros. Ello fundado en el hecho que la idea  democrática no se compra en ningún supermercado, se cultiva y nutre en procesos relativamente largos  de avances y retrocesos que no son lineales. Y eso se forma en el tiempo y en apego a la cambiante y siempre porfiada realidad. La generación de pensamiento creador requiere superar el pensamiento lineal y requiere, también, desarrollar habilidades didácticas y pedagógicas, en especial cuando de generar políticas públicas se trata. El pensamiento creador es un proceso esencialmente social y en equipo, requiere generación de habilidades colaborativas y ambientes transversales u horizontales para regenerarse.

3.- La actividad política no puede entenderse sin la más profunda democracia y pluralismo. Sin su existencia es imposible asegurar la soberanía de la ciudadanía en las distintas etapas del devenir económico, político  y social del país. Garantiza el derecho de cada uno a organizarse social y políticamente, y a luchar  en forma democrática por su particular ideología, por su visión de mundo, por sus posiciones políticas y por sus intereses. Internet, en tanto que infraestructura abierta y descentralizada es un aliado natural del cambio democrático y transformador.

4.- Una concepción democrática plena, significa la posibilidad cierta de avanzar en conquistas de nuevos espacios de igualdad y de dignidad individual y nacional. Desde ya plantea la necesidad de  construir mayorías para avanzar en la consolidación de un estado social de derechos, que garantice a toda persona el respeto a su dignidad como productor de riqueza, como ciudadano, de  género y opción sexual sin más requisito que su propia condición de persona humana nacida o avecindada en el ámbito de nuestro territorio, lo que incluye en igualdad de derechos a las decenas de miles de chilenas y chilenos víctimas de las políticas de la dictadura militar que debieron abandonar nuestro territorio.

5.- Debemos favorecer la generación de nuevos conocimientos. Porque  para que la política florezca debe darse en el espacio de las ideas y para que haya ideas debe haber confrontación de ideas con base en una concepción democrática, tolerante, capaz de aceptar, mejor si genera condiciones para  integrar las existentes y facilitar el florecimiento de nuevas y mejores ideas.

La política, en su versión pura y descarnada de “poder por el poder” es contraria al ideario democrático y transformador de la realidad en la que se inserta, porque se vuelve autorreferente cuando su único propósito es el ejercicio del poder a secas. Es más, degenera de sus propósitos iniciales por nobles que éstos sean  ya que al buscar la reproducción pura del poder por el poder y al enamoramiento que le generan sus  propias verdades, su  horizonte se vuelve hacia la generación de redes clientelares para subsistir y de allí a la corrupción y la decadencia moral, un paso.

6.- Debemos plantearnos superar la ideología neoliberal y el individualismo exacerbado que ha generado, y que además  ha probado ser una ideología corrupta y corruptora, que niega al ser humano como ser social, sometiéndolo al aislamiento y la enajenación hasta desecharlo como cualquier otra mercancía. El ideario y la  acción política democrática debe en todo momento  guiarse en función de integrar aquello desintegrado por el neoliberalismo en su configuración individualista y segregadora ya sea en la relación entre personas como entre éstas y el medio ambiente.

7.- Política y Sociedad, la acción política democrática es contraria al autoritarismo y verticalismo, porque así como tiene visiones que compartir, también se nutre del devenir de la realidad concreta, las ciencias y la tecnología,  de la praxis y el conocimiento que los propios ciudadanos tienen para aportarle a la transformación positiva de su propio entorno como al  país. Así como el actor político aporta su visión, esta es una más entre muchas otras visiones, pero se distingue por su capacidad de síntesis y por su capacidad de aprender y contribuir soluciones a los problemas de su época. En esa relación, estimula la capacidad de los ciudadanos a preguntarse y cuestionarse para buscar resolver las contradicciones del mundo concreto en el que interactuamos y el devenir del propio  pensamiento.

Para terminar, las TIC solo son facilitadoras de esa relación. El esfuerzo principal debe estar puesto en la recuperación y renovación de la política a todos los niveles.

Las tecnologías de información y comunicación podrán ser nuestras aliadas para las próximas décadas en la medida en que sirvan de medios para generar ideas, aprender y compartir lo que tengamos para compartir colectivamente en función de objetivos superiores a nosotros mismos. Para todo lo demás, ya hay de sobra.


Carlos Cerpa Miranda



*Ha sido miembro del Comité Central del PS de Chile en dos periodos consecutivos durante la transición; Concejal por la Comuna de La Pintana entre 1992-2000; Vicepresidente del Tribunal Supremo del PS de Chile entre 2005-2007.

Es experto en eLearning y Máster en Metodologías de Formación en Red, Universidad de Salamanca, España.





Santiago, Noviembre de 2015.

Parte III.- Intermediación



Tecnologías de Aprendizaje para Educación Pública de Calidad y para Formación en  puestos de Trabajo

Volviendo al ya citado estudio sobre brecha digital que comentamos en  páginas anteriores, permítaseme recurrir nuevamente a él para hacer referencia a la relación tecnología-educación.

El estudio en comento señala con respecto a la utilización de tecnología con fines educativos, que su utilización por los distintos quintiles es más bien parecida y escasa. Así, mientras el quintil I y II comparten un 23%; el III sube al 24%, el IV lo hace en un 26 % y el quinto es el que a la sazón más la utiliza, con un 39%.

Sin embargo, comparando estos niveles de uso con otros indicadores de este mismo estudio, como por ejemplo, obtener información, en el que  todos los quintiles están por sobre un 90%; o entretenimiento, con un uso sobre el 80% en todos los quintiles, resulta fácil comprender que el uso de tecnología con fines educativos apuntado en el párrafo anterior, es más bien bajo a nivel país.

Precisemos. La tecnología no resuelve la calidad del aprendizaje, pero sin ella hoy por hoy sin duda alguna lo dificulta.

Además, agreguemos que un país con la geografía como el nuestro, podrá beneficiarse  de la aplicación intensiva de recursos digitales a la generación de  conocimiento. Estos recursos maximizan la capacidad de integración atemporal, permiten  resolver  problemas de accesibilidad y conectividad ocasionados por dispersión geográfica y, lo más relevante, optimizan el intercambio y generación de conocimiento como factor determinante para el desarrollo de ambientes que favorezcan la creatividad y la innovación.

Conviene mencionar que a través de tecnologías de aprendizaje o también conocidas como plataformas tecnoeducativas - o LMS – más  capital humano especializado, la Red adquiere un potencial extraordinario para impulsar procesos formativos, a cualquier nivel y en cualquier dominio del saber humano.
                                                               
Así se trate del ámbito educacional o su aplicación en ambientes laborales, la utilización productiva de estos recursos requiere del factor humano formado para atender tales procesos.
Por eso, hoy no es casual que la era digital esté dando lugar a una infinidad de términos comunes  en materia educativa. Así, la distance education, Web-based Learning, el eLearning y últimamente el M-Learning y el U-Learning, acompañados de una docena de términos más, reflejan el mismo fenómeno: la red se convierte en una opción formativa complementaria de la educación presencial convencional, y bien llevada puede incluso superarla en términos cualitativos.

Su ocurrencia, sin embargo, requiere de capital humano formado para maximizar su uso, desarrollar en los estudiantes y profesores otras competencias y habilidades; también nuevas metodologías instruccionales. Por otra parte, más allá incluso de la herramienta que sostiene estos procesos, también es preciso hacer mención al hecho  que para que fluya   el aprendizaje y el saber en estos espacios, es necesario cultivar una relación más horizontal y menos vertical, propio de nuestra cultura anclada en paradigmas burocráticos y desactualizados.

Pero señalemos que la sola formación del profesorado en las tecnologías de aprendizaje involucra otros cambios. Quizá producto de la fama y fascinación que generan los dispositivos digitales, su facilidad de uso y las  potentes herramientas comunicacionales de las  Redes Sociales,  junto con  la mercadotecnia que propician las empresas de telecomunicaciones,  han  tenido el efecto de restarle importancia a la necesaria formación que es preciso otorgar a quien requiera implementar procesos de enseñanza-aprendizaje a través de medios virtuales. Así se trate del ámbito educacional o su aplicación en ambientes laborales, la utilización productiva de estos recursos requiere del factor humano formado para atender tales procesos.

Para qué?

La formación de capital humano para conducir procesos de aprendizaje tanto a nivel educacional convencional o formación ocupacional a nivel de trabajadores, requiere del componente humano para agregar inteligencia que las máquinas no agregan. Es más, desde esta visión, una relación productiva desde el punto de vista formativo, ocurre cuando los actores involucrados en estos procesos interactúan entre sí, generando comunidades colaborativas y solidarias en ambiente virtual.

Somos críticos de aquella metodología que abandona a su suerte a las personas en la virtualidad, para que desde la soledad interactúen con las máquinas. Esa es una forma de abonar en el espacio digital una concepción individualista y por demás ineficiente. La tecnología hoy disponible permite el intercambio de conocimiento a gran escala.

Internet y Conocimiento

Visto en consecuencia  Internet desde el punto de vista del conocimiento, el desafío es cómo transformar la información ya existente en nuevo conocimiento. Sabemos que este nace desde la reflexión y el análisis y que su construcción se ve favorecida en ambientes democráticos y horizontales más que en aquellos verticales.

En ambientes Web, pasar de la información (que sobreabunda y a veces intoxica), al conocimiento, requiere de  competencias específicas. En lo esencial, supone manejo de habilidades blandas además  de las digitales, conocimiento experto y su aplicación didáctica. Por lo menos desde la mirada que ofrecemos acá, sostenemos que para modificar el conocimiento existente se requiere aplicar pedagogía.

La formación por competencias del factor  humano que conduzca acciones de mejora continua en procesos productivos o  formativos  y de capacitación, en  ambientes virtuales, aparece en el horizonte como una necesidad estratégica clave para Chile. Disponemos de tecnología para avanzar, pero aún incluso considerando todos los avances alcanzados por el país,  seguimos careciendo  de capital humano formado  para agregar valor a las actividades posibles de sostener digitalmente. Esto ocurre en las empresas en mayor o menor medida, pero en la esfera de la educación pública es una falencia crónica.

La tecnología cambia más rápido que nuestra  capacidad por asimilarla

La formación en Red aplica elementos pedagógicos y didácticos, tecnológicos y comunicacionales, entre otras varias ciencias y competencias asociadas, lo que implica una mirada multifactorial que permita maximizar su uso. Desde luego, precisamos que es posible utilizar solo el recurso tecnológico, pero sin una visión comprensiva de los factores que hemos señalado, lo más probable es que obtengamos pobres resultados de aprendizaje y frustración para quienes participan de una mala experiencia. Los países desarrollados ya vienen de vuelta de estos asuntos; para qué seguir inventando el hilo negro.
  
La formación por medios digitales en consecuencia no se improvisa y debemos asumir responsablemente su complejidad. Vista desde el ámbito de políticas públicas,  requiere políticas de Estado de corto, mediano y largo plazo, sostenidas por  una Institucionalidad que la estructure en el tiempo. Ello no solo porque la tecnología cambia más rápido que nuestra capacidad por asimilarla, sino que junto con ello  presiona por nuevas metodologías y diseños instruccionales acordes a los medios que utiliza, en un escenario donde las nuevas generaciones son más expertas en el manejo de estos soportes que sus profesores.

Por eso, además,  si lo dicho no alcanzara para enfatizar la necesidad de dotarnos como país de una Institucionalidad robusta en términos de aprendizajes, recordemos que la era actual nos plantea ahora mismo temas relacionados a brechas digitales intergeneraciones.

Nativos e Inmigrantes  Digitales

Al respecto, tendríamos que señalar que si bien una generación tiene habilidades digitales al alcance de la mano por haber nacido en una era en la que la tecnología es el “driver” de la economía como dicen los gringos; otras generaciones nacidas antes de Internet, poseen habilidades sociales más desarrolladas  puesto que, por ejemplo, estas últimas son habilidades que se adquieren en la presencialidad que es por definición la característica de las generaciones anteriores. Por eso es conveniente  desarrollar una concepción flexible que posibilite incorporar en nuestras actividades cotidianas las diversidades y experiencias concretas que existen en nuestro medio.

Eso también es válido en política. Ni  los viejos son unos inútiles, ni  los jóvenes “la llevan” por un factor puramente  etario. Esa es una concepción ideológica neoliberal, excluyente, porque su punto de origen es un absoluto; cuestionamos los absolutos en un mundo y país cada vez más diverso y plural.

El hecho de tener acceso a estas tecnologías desde pequeño facilita su uso, ciertamente. Pero digamos también que estos usos tienen distintas complejidades y van planteando disimiles desafíos entre las diferentes  etapas del desarrollo de la tecnología. Desde luego,  “estar dentro” facilita las cosas, pero no es automático y requiere de prácticas culturales de aprendizaje permanente y alfabetización continua. Además, requiere la implementación de una política pública agresiva, orientada a entregarle las herramientas, conocimientos y metodologías apropiadas a los profesores, perdón la insistencia, que son quienes cargan con la responsabilidad de formar a nuestros jóvenes.

Estos puntos nos plantean dos grandes desafíos. El primero de ellos, es que es necesario desarrollar en el conjunto de la sociedad habilidades transversales  del tipo cooperativo e integrador, que permitan amalgamar las distintas realidades demográficas del país que se viene configurando al alero de Internet y las tecnologías digitales.

El segundo, dotar al país de una institucionalidad política moderna, para dotarlo de  recursos jurídicos y normativos que nos permitan como sociedad  dar cuenta de los fenómenos diversos que plantea la era digital en la que nos encontramos y que proseguirá su curso inexorable según todos los antecedentes que aportan las transformaciones en las distintas ciencias.

Quizá por lo mismo habría sido conveniente para el país haber avanzado en fortalecer una Institucionalidad para el enfoque digital de los procesos de enseñanza-aprendizaje en el marco de la Reforma Educacional. Lo queramos o no, la evolución de la tecnología digital y su apropiación por parte de las generaciones jóvenes seguirá presionando al sistema educacional chileno. En rigor, la evolución de la tecnología seguirá presionando a todas las actividades humanas. Es nuestra opinión que la Reforma Educacional en curso representó la ocasión propicia para abordarla, también desde el ángulo digital.

Internet e Intermediación Sociedad-Estado        

Desde la interpretación que tenemos de los fenómenos que Internet genera en las relaciones sociales y la propia política, es que su irrupción ha venido progresivamente modificando la intermediación clásica y convencional que existió en el país entre la trilogía  Sociedad-Política Representativa-Estado.

La presentación en sociedad de ese fenómeno en Chile, lo situamos en marzo-abril de 2006 al momento de irrumpir en escena la Revolución Pingüina.

Lo situamos en ese hecho porque es el momento en que aparece el primer gran síntoma de que la política institucional iba para un lado y la sociedad para otro. No es sin embargo el único episodio. Ya en la elección parlamentaria de 1997 apareció una abstención y voto rechazo de más de un millón de votos, pero a diferencia de ese hecho, que mostró un nivel incipiente de desafección de capas ciudadanas hacia la política, la Revolución Pingüina tuvo continuidad en el discurso. 

Agreguemos que si bien en estos movimientos siempre existen hilos conductores que trazan militantes de partidos y que se expresan consiguientemente en términos de ideas y propuestas al interior de éstos, en términos de fenómeno político del  Chile de hoy, lo distintivo es que el movimiento que se inició en 2006, reaparece en 2011, conecta con demandas de otros sectores sociales, entre los que se cuenta a importantes sectores medios, impacta la agenda pública del gobierno de la época e influye gravitantemente en la conformación de la Nueva Mayoría y el posterior gobierno de Michelle Bachelet, que recoge en su programa varias de las demandas de esos sectores.
...el movimiento  pingüino que se inició en 2006, reaparece en 2011, conecta con demandas de otros sectores sociales, entre los que se cuenta a importantes sectores medios…

La característica de estos segmentos jóvenes de la sociedad es que ganan en relacionamiento a partir de la utilización de dispositivos digitales, que les sirven de intermediadores, para coordinarse y construir propuestas y demandas sin necesidad de canalizarlas casi exclusivamente  a través de los partidos políticos como lo fue en el pasado. La sorpresa de la política institucional frente al fenómeno pingüino es parte de lo dicho, pero también lo ha sido  el desacople profundo entre “el mundo social” y el “mundo político”, acompañado de un discurso individualista y antipúblico que, convengamos, ha sido efectivo y con poco contrapeso desde los tiempos de la dictadura hasta nuestros días.

En una entrevista en El Mostrador a Rodrigo Márquez, Coordinador del Informe de Desarrollo Humano del PNUD, del 24 de junio del año en curso, él utiliza la expresión la “Sociedad en Fila”, que le tomamos prestada porque  grafica  la tensión y el distanciamiento cada vez más hondo que se ha venido produciendo en el país entre la sociedad y las elites. Vale la pena analizar aunque sea brevemente el por qué Internet anula el modelo de relación vertical o de sociedad en fila al decir de Márquez,  predominante en el pasado y cuestionado en el Chile de hoy.

Sociedad en Red o Sociedad en Fila

En el pasado, debido al desarrollo más precario de la sociedad y –era que no- debido al monopolio de los poderosos de los  mass media, los partidos democráticos y progresistas se apoyaban, además de sus militantes insertos en los tejidos sociales, en sus folletos, periódicos y excepcionalmente en la radio y la televisión, para llevar su mensaje.

Esta era una respuesta relativamente funcional a las circunstancias materiales de un país que transitaba desde un nivel de desarrollo semifeudal como el chileno hasta antes de la Reforma Agraria, a otro que afanaba por la industrialización mediante la sustitución de importaciones a partir de los gobiernos radicales de Pedro Aguirre Cerda en adelante.a de capitalismo salvaje existentes en el país, configuraron un cuadro de descrédito dl modelo vigte y que terminó por arrastrar a la política y sus instituciones.
En ese contexto marcado por el atraso,  las injusticias y precariedades que arrastramos desde nuestros orígenes, la intermediación de los partidos políticos de izquierda y sus parlamentarios ante el Estado tenía correspondencia con esa realidad y cobraba amplio sentido para los ciudadanos utilizar esos  canales para representar sus demandas.

Parte II. Intermediación...



La moda 2.0

En Chile, dados a las modas, de súbito se volvió todo 2.0. Es decir, interactivo, integrador, participativo y horizontal. Esas que son en realidad las características del nivel de desarrollo alcanzado por Internet, y que entró a la fama como la Web 2.0, poco tenía que ver sin embargo  con prácticas sociales  verticales existentes en nuestro medio, pero que gracias a la moda, resplandeciente asume también las oportunidades que le brinda la Web. Es que la  Web también permite el gatopardismo.

La mala noticia es que ya cambió. Internet, sometido a constante cambio por las millones de interacciones al día, está permitiendo añadir metadatos semánticos y ontológicos tal cual como los conocemos hoy en el modo en que Google  y otros buscadores rastrean la información y la procesan.

El efecto concreto del nivel de interactividad alcanzado por las TIC les otorga a las personas un enorme poder para el relacionamiento social. Nada más recordemos el impacto que tuvo en Chile la emergencia de los estudiantes secundarios el año 2006, más conocida como la “Revolución Pingüina”. Al fenómeno pingüino le dedicaremos unas líneas más adelante, puesto que además de su alto impacto político, la característica principal de estos procesos, ha sido  la masiva utilización de dispositivos digitales que hicieron los estudiantes para coordinarse en medio del conflicto.

Internet como reflejo de la realidad física y material

Chile ha venido dando pasos sustantivos en materia de infraestructura tecnológica desde la década de los 90: instalación de fibra óptica, telefonía fija y un crecimiento notable en telefonía celular, para no mencionar la proliferación de computadores personales tanto en los hogares como en las empresas, escuelas y universidades.

La Internet inalámbrica, el cloud computing, y los dispositivos digitales a que ha dado lugar este avance amplían, aun más, la conectividad y el poder relacional de las personas. Y, al igual como ya lo hemos señalado, recomendamos tomar en cuenta los factores adictivos y otros efectos como el aislamiento social potencial que pudiera ocasionar en determinadas personas el uso ilimitado de estos dispositivos.

Con todos los atributos y potencialidades que Internet posee, es un reflejo de la realidad concreta en que se desarrolla. Así como por su naturaleza la internet queda a disposición de todo aquel que disponga de computador con acceso a la Red,  la  misma sociedad en su articulación discriminatoria y clasista, profundiza, reproduce  y eterniza sus formas excluyentes y las traslapa a otras formas de organización social y productiva que vienen sustentándose en  Internet.

Para ilustrar lo anterior vamos a apoyarnos en dos datos oficiales. El primero, publicado recientemente en La Tercera/Negocios/ páginas 12 y 13, del domingo 5 de julio de 2015, referido a una investigación encargada por el Gobierno de Chile a través del Ministerio de Economía a la empresa F &K Consultores; el otro, vamos a utilizar los datos que sobre Internet nos arroja el cuestionado Censo realizado durante el gobierno de Sebastian Piñera, pero que al efecto de este texto arroja luces sobre esta materia. 

Brecha Digital: Acceso y Uso

En el primer caso referido a la publicación del diario La Tercera y bajo el titular “Brecha Digital se triplica entre hogares más pobres y de mayores ingresos”, nos proporciona datos  objetivos y duros en el nivel acceso a Internet. De este modo, el estudio señala que “el 82% del quintil de mayores ingresos tiene acceso a Internet, mientras que en el otro extremo, en el quintil más pobre, llega sólo al 28% de los hogares”.

El estudio aporta igualmente datos según zona geográfica. Así, por ejemplo, siempre  en términos de acceso, un 64.9% de los hogares de zonas urbanas tiene acceso a Internet, mientras que a nivel rural lo hace un 40.5% de los hogares. También nos proporciona un dato referido a género y así tenemos que un 56 % de los hombres tiene acceso; mientras que de las mujeres lo hace un 46 %.

Por otra parte, en materias tales como el uso de estas tecnologías para fines educativos, el estudio nos señala que mientras el quintil de más altos ingresos utiliza tecnología en un 39%; el más bajo lo hace en un 24%, pero por otra parte, en servicios del tipo trámites en línea, mientras el quintil más rico utiliza medios tecnológicos para estos fines en un 44%; el quintil más bajo lo hace en un 9%.

Mientras algunos reduccionistas quieren hacernos creer que basta con disponer de un celular para resolver el tema de la inclusión  digital, esa mirada se cae sola al confrontarla con la utilización de tecnología digital con algún propósito productivo, educativo  o de servicios, que es desde este punto de vista la mirada que es preciso desarrollar hacia el futuro. Por de pronto, señalemos que desde la arista digital, la sociedad es también reproductora de más desigualdad, como lo siguen demostrando una y otra vez  estudios e investigaciones sobre brecha digital.

Nivel de Uso

Para el propósito de estas líneas, ya en el Censo realizado bajo el gobierno de Sebastian  Piñera encontramos datos reveladores respecto al estado del arte de los niveles de alfabetización digital y usos de Internet alcanzados por el país en los últimos lustros.

De acuerdo  con ése CENSO, un 36.79% de los habitantes mayores de 5 años de Chile, o sea, una cifra cercana a los  5.675.980 ciudadanos, “no puede buscar información en Internet, ni escribir y enviar un correo electrónico”.
En términos sencillos, son personas con acceso a Internet, pero en términos funcionales son analfabetos digitales.

Más concretamente, y de acuerdo con el nivel de penetración de estas tecnologías en la vida económica, social y cultural  del país, este 36. 79 % de ciudadanas y ciudadanos verá disminuidas sus posibilidades de crecer y desarrollarse en el Chile concreto de hoy. De proseguir esa misma tendencia,  sin duda alguna lo seguirán siendo en el país futuro marcado por la existencia de Redes digitales en la producción y el comercio, los servicios y la educación.

Internet, bien público

La incorporación a la era digital de ése poco más de 5.6 millones de chilenos, corresponde asumirse desde la formulación de políticas públicas, antes que los vicios y taras de nuestra sociedad, en su reproducción estructural excluyente, consolide una situación de indigencia social apenas empezamos como país a rozar la era digital.

Para prevenir un desenlace cuyo único efecto  será  aumentar la brecha de desigualdad en nuestra sociedad, una  estrategia país de equidad  digital requiere elaborar políticas públicas que fijen  una línea base que asegure igualdad de acceso y uso productivo de  este bien. Y lo hagan, tanto desde el punto de vista de la relación social de las personas como así también desde su inserción en el mercado laboral y que aplica, crecientemente, conocimiento a los procesos productivos y a los servicios.

Avanzar en una política-país de inclusión digital, supone definir a Internet y el acceso a banda ancha como un bien público del mismo modo como antes  lo fue el derecho a acceder a la red pública de alcantarillado y agua potable, a la red eléctrica y telefónica. Una persona excluida de Internet, hoy por hoy, queda a su vez excluida del progreso, de su desarrollo personal y familiar y verá severamente afectada su inserción en la sociedad.

También importa avanzar en la explotación del potencial de Internet como herramienta para el desarrollo de la cosa pública en su más amplio sentido.

El acceso a Internet definido como un derecho se justifica en la medida en que el desarrollo no es lineal. Tampoco lo asegura el mero factor de crecimiento económico. Probamos lo anterior en cuanto a que estos últimos 25 años, nuestra economía ha conocido niveles bastante parejos en su crecimiento y aún así el país sigue sin resolver la existencia de más de 34.000 familias o cerca de un millón de personas viviendo en campamentos.

Conviene señalar por otra parte que existe evidencia empírica proveniente de los países miembros de la OECD en el sentido que quien carezca de las competencias mínimas requeridas para manejarse con dispositivos digitales, corre el riesgo de quedar rezagado del devenir económico y social e incluso más que eso, que se vea imposibilitado de pedir ayuda.

Lo anterior  derivado del hecho que el  desarrollo alcanzado por Internet y su penetración en las actividades humanas y su asimilación por parte de la sociedad y sus instituciones, hace que ciertas operaciones de solicitud de ayuda social ocurran ya mediante dispositivos electrónicos.

La provisión de servicios sociales solo a través de medios digitales es una exageración. Sin embargo, pensemos que en Chile, para abaratar costos, muchas empresas de servicios dedican tiempo y recursos para derivar la atención al cliente desde la atención personalizada hacia medios electrónicos. Esta es una suerte de fundamentalismo digital que afecta mayormente a aquellas generaciones no habituadas a la utilización de estos recursos y por tanto puede prontamente devenir en una práctica excluyente.

La sociedad debe garantizar servicios de calidad a las personas mediante distintos canales; una combinación de canales electrónicos y presenciales. Aquéllos digitales deben ceñirse a definiciones del tipo Diseño Universal, es decir, amigables y fáciles de usar indistintamente del nivel de manejo de la tecnología digital por parte de los ciudadanos.

Pero no solo importa el acceso y uso de este bien, eso es lo mínimo. También importa avanzar en la explotación del potencial de Internet como herramienta para el desarrollo de la cosa pública en su más amplio sentido. Lo mismo podemos decir en el caso de  aquellos otros elementos vinculados al conocimiento, a la necesidad de desarrollar  capacidad reflexiva en la sociedad y las mejoras en los procesos productivos.

Tanto como es necesario desarrollar una política de igualdad digital, que suba al carro de la tecnología a las chilenas y chilenos excluidos por un modelo excluyente en su génesis, también  requiere invertir en la formación de capital humano avanzado para poder aprovechar las ventajas de Internet.

Dos Propuestas Específicas de Inclusión en el ámbito Público

Internet tiene como hemos estado viendo,  amplias aplicaciones en la vida de hoy. Desde ya en el ámbito público y considerando el rol en la conexión de los municipios con la ciudadanía, existe un vasto campo de exploración y aprendizaje en términos de participación ciudadana y descentralización. Al ser Internet un ente descentralizado en sí mismo, a través de sus múltiples herramientas de comunicación y aprendizaje se pueden idear soluciones de consulta e interacción  con la comunidad tal como algunos municipios lo han venido haciendo. A continuación tres propuestas en otros ámbitos:

1.- Salud, utilizar plataformas tecnoeducativas de apoyo escolar a enfermos con tratamientos prolongados en clínicas y hospitales públicos. Esto permitiría que el tratamiento de la enfermedad no se convierta en un proceso que termine aislando  al paciente de otras actividades esenciales para su bienestar y desarrollo tal como lo es sin duda su educación, y que hoy, mediante coordinaciones entre los ministerios de Salud y Educación involucrados, la tecnología existente puede ayudar a resolver en beneficio de quienes se encuentran en esta condición.

2.-  Voto electrónico. Aumentar la participación ciudadana en los procesos electorales del país significa, también, crear canales de participación por medios digitales  que amplíen las opciones para que el ciudadano pueda marcar sus preferencias. La opción electrónica  puede ser una vía complementaria a la modalidad presencial, que bien vale la pena explorar, máxime cuando nuestro sistema de representación requiere generar canales de participación democrática más amplios a los existentes hoy en día. El voto electrónico surge como una opción a considerar, explorar y cotejar con países que ya han estado avanzando en estas materias.